No hay mayor placer que sentirse como una gota de agua en medio del océano, siendo tan insignificante y tan poderoso al mismo tiempo.




Vivimos en tiempos de abundancia de información. Los medios nos ametrallan constantemente, llenando así nuestro subconsciente con opiniones, ideas, pensamientos que no tenemos tiempo de rumiar y de los que somos conscientes una vez que salen de nuestra propia boca.
La prisa nos pisa los talones incluso en sueños, impidiéndonos reordenar lo que durante el día hemos percibido.
Parece que a alguien le interesa que no reflexionemos, que no preguntemos, que la imaginación se extinga por completo de este mundo. Parece que pensar ya no está de moda.