No hay mayor placer que sentirse como una gota de agua en medio del océano, siendo tan insignificante y tan poderoso al mismo tiempo.




Vivimos en tiempos de abundancia de información. Los medios nos ametrallan constantemente, llenando así nuestro subconsciente con opiniones, ideas, pensamientos que no tenemos tiempo de rumiar y de los que somos conscientes una vez que salen de nuestra propia boca.
La prisa nos pisa los talones incluso en sueños, impidiéndonos reordenar lo que durante el día hemos percibido.
Parece que a alguien le interesa que no reflexionemos, que no preguntemos, que la imaginación se extinga por completo de este mundo. Parece que pensar ya no está de moda.

Dibujos de tránsito


Nadie

Nadie me ha enseñado a enfrentarme al miedo, a la derrota, a las dudas o a la desesperación.
Nadie me ha enseñado cómo amar, escuchar o callar.
Nadie me ha enseñado a aceptar mis limitaciones o darme cuenta de mis posibilidades.
Nadie me ha enseñado a decirte que te quiero sólo a ratos o qué hacer ante la pérdida de un ser querido.
Nadie me lo ha enseñado y sin embargo creo haberlo aprendido.

7 Matriculados


Am Rhein

Si volviera a amanecer recibiría al sol a la orilla del Rin, disfrutaría de su abrazo caluroso y de la infinitud de colores que mágicamente hace aparecer ante mí. Correría con el fluir del agua y la brisa, desprendiendo en gotas de sudor toda la energía innecesaria. Tomaría una ducha de agua fría, apaciguando así mi cuerpo enardecido y recordándole que necesitaré su calor a lo largo del día. Trabajaría sin dejarme la vida en ello, absorbiendo cada nueva palabra, cada información, como un niño lo hace en sus primeros años. Si volviera a amanecer aprovecharía cada segundo, pero cada día amanece y hago lo mismo de siempre. La noche parece “resetear” mi mente.


Mi mundo

Mis cinco sentidos (o seis ) me permiten "construir" el mundo que me rodea, pero a la vez soy consciente de que éstos limitan mi percepción. Es por ello por lo que estoy tan ligado a mi yo que me impide hacerme ver que formo parte de un todo, que cada molécula de mi cuerpo no me pertenece, que puedo ser aire, fuego, tierra, agua, que tù y yo somos uno y que lo que nos une es tan indeleble como efímero. Aún así me da miedo desprenderme de lo que creo ser, a pesar de saber que la recompensa es infinitamente superior. Así es el ser humano.
No encuentro palabras que definan lo que pienso y la limitación de mis medios de expresión me impiden liberar el cúmulo de ideas que luchan por salir de mi mente.
Más frustrante sería no tener nada que expresar.